LA «BELLA DURMIENTE» DE LAS CATACUMBAS DE PALERMO
PORTADA | Hay viajes a los que precede una recomendación de un amigo, un programa de televisión o un artículo en una revista. A Sicilia llegué 6 años después de leer un artículo de la National Geographic de febrero de 2009 en el que aparecía una niña dormida aparentemente… desde 1920 en las catacumbas de Palermo.
Estaba muerta. Era una momia. Una niña de dos años embalsamada que lucía un aspecto impecable, con su lazo y su pelo y pestañas intactas, a pesar de que poco falta para que se cumpla el centenario de su muerte. Así es como conocí las Catacumbas de los Capuchinos, en la capital siciliana de Palermo, y como me dije a mí mismo a Sicilia hay que ir por sus playas, gastronomía, gente… pero sobre todo para ver a Rosalía Lombardo, que así se llama la pequeña, con mis ojos.
No muy alejado del centro de Palermo se encuentran estas catacumbas. Tienen luz natural, lo cual parece denotar que la imagen de cadáveres no va a ser tan impactante. Nada de eso. Es al adentrarse en ellas cuando uno se da cuenta de lo que tiene ante sí. Cerca de 8.000 momias que han ido llenando las galerías desde 1599. Colgadas con sus roídos ropajes. Ordenadas por salas según su estatus de hombre, mujer, sacerdote, profesional, niño, adulto o, incluso, también hay una parte reservada a las vírgenes.
Faltan 10 minutos para que cierren y no hay nadie más. Cada pisada nuestra retumba y hace que mires a todas partes, ya que las momias parece que te estén acechando. Y es cuando abandonas uno de los pasillos principales cuando llegas al rincón en el que en una pequeña urna de cristal descansa Rosalía.
Aunque el gobierno italiano prohibió desde 1881 la momificación, en 1920 hicieron una excepción con Rosalía Lombardo que había fallecido a los 2 años de una neumonía. El embalsamador Alfredo Salafia hizo un gran trabajo ya que 95 años después Rosalía parecía durmiendo. No en vano le llaman “la bella durmiente”. Allí estaba, como en la página de aquella revista de 2009, como cuando murió en 1920.
Así remataba un viaje en el que recorrimos toda la isla, y que tuvo mucho de playa, de gastronomía, de hospitalidad y amabilidad siciliana, y un poco de esta visión tragicómica de la vida que son las catacumbas de los Capuchinos de Palermo, ya que la conservación de los cuerpos de los muertos es un rito que se repite en muchos lugares del planeta, pero en pocos se exhiben de esta manera.