FOTOGRAFÍA EXTREMA DE UN MUNDO INHÓSPITO
EL VIAJERO | Viajan por todo el planeta con la cámara a cuestas. No son turistas, ni van a tumbarse al sol en playas idílicas. La fotoperiodista Kris Ubach y el fotógrafo Roberto Iván Cano son los autores de “Fotografía de aventura y en condiciones extremas”. Un libro para los aficionados a la fotografía, pero también para los amantes de los viajes y de la aventura. Nos cuentan la historia que esconde cada fotografía, así como consejos que nos sacarán de más de un apuro. Así son, y así nos cuentan, al alimón, sus experiencias.
-La idea que todo el mundo tiene de un fotoperiodista de viajes puede ser muy idílica, ¿queréis romper ese tópico con este libro?
En parte sí. Cuando dices que vas a trabajar a algún lugar maravilloso, como por ejemplo Hawaii, la gente ya te ve estirado en una playa con el daikiri en la mano. ¡Y nada más lejos de la realidad! La mayor parte de las veces pasamos por las playas corriendo, hacemos la foto y salimos disparados hasta el siguiente punto en el mapa. Muchas veces trabajamos a horas intempestivas, de noche, con frío, a miles de kilómetros de casa…
-Parece ser que, según contáis en el prólogo, la en principio bucólica imagen de fotografiar auroras boreales en Finlandia y acabar casi congelados fue el germen de este libro. Aún así, conseguisteis alguna instantánea. ¿Alguna vez la historia ha acabado peor? ¿Sin fotos? ¿Con la cámara en el agua?
Al final salieron varias buenas instantáneas. Una de ellas la podemos ver en el prólogo del libro, otras en diferentes publicaciones, incluso en la portada de un DVD de National Geographic Viajes sobre Finlandia. Pero otras muchas se perdieron por culpa de esta inexperiencia. Por ahora hemos sido bastante afortunados, aunque se ha perdido algún equipo fotográfico sumergido en el mar, tras una caída de varios metros por un acantilado en Cabo de Gata, y algunas tarjetas de memoria con material irrecuperable. Ahora, fruto de la experiencia, extremamos las precauciones, duplicamos el material gráfico y protegemos al máximo el equipo. Aunque a veces, como en el reportaje de las cuevas de Valporquero, la cámara puede acabar duchada por una cascada de 15 metros.
-De todos los elementos que contáis en el libro, ¿cuál es vuestro peor enemigo?
El frío lo puedes aplacar con ropa térmica y se puede proteger el equipo. La noche se vence con flashes y exposiciones largas. El viento se puede convertir en un buen aliado. Quizá el peor enemigo sea el vapor de agua que viene de una cascada cuando estás demasiado cerca, o que trae el viento al romper las olas en el mar. Mancha el objetivo y lo inutiliza todo, es tiempo de observar en estas circunstancias. La instantánea se queda en la retina.
-¿Hay algún consejo universal que se puede aplicar en casi todos los terrenos?
Protégete bien a ti mismo antes de hacer nada. Si no estás bien preparado cuando te vayas a enfrentar a una condición difícil, los problemas vendrán de los puntos más inesperados. Murphy siempre gana.
-Tanto la aportación de los datos técnicos como los consejos son muy útiles en vuestro libro. ¿Alguno de ellos es fruto de la experiencia o todos los sabíais antes de llegar al destino?
Por supuesto hay que estudiar antes de lanzarse a cualquier aventura, pero muchos de los datos son frutos de la propia experiencia. Por ejemplo un compañero nos sopló cuál es la mejor temperatura de color para trabajar la Vía Láctea o las Auroras Boreales, pero la mejor exposición en este tipo de imágenes la descubrimos tras estudiar las primeras fotografías que tomamos.
-Aconsejadnos un equipo todoterreno para llevarnos a un viaje de aventura, ¿qué lo compondría?
Un buen cuerpo resistente. Quizá la D4 o la D1X sean demasiado pesadas (y caras) para cierto tipo de usuarios pero son un seguro a todo riesgo. La siguiente gama D800 o 5d modernas han respondido bien a todas las torturas que les hemos hecho. Ya no pasa como con la primera 5D que usamos en Finlandia que devolvió unos halos extraños por el frío, los equipos modernos responden perfectamente. En cuanto a las ópticas hay que elegir en función del peso que podamos acarrear y del tipo de foto que queramos hacer. Ahora siempre llevamos una Go Pro, que para ciertos apaños puede resultar muy útil.
-¿Es posible compaginar esta labor profesional como fotoperiodista viajando acompañando de tu familia, pareja, grupo de amigos…?
Muchas de las imágenes del libro son fruto de encargos y proyectos profesionales, pero otras vienen de viajes de vacaciones. Si tus acompañantes tienen la suficiente paciencia por supuesto pueden ser unos estupendos aliados, incluso modelos en las fotografías. Muchas de las aventuras simplemente no las puedes hacer solo, necesitas un compañero para llevarlas a cabo. Este trabajo es una pasión, un estilo de vida y nunca se detiene. Se planean proyectos en horario laboral y en el ocio, es nuestra vida.
-Si tuvierais que quedaros con una fotografía del libro por la gran historia que tiene detrás, ¿cuál sería?
Hay muchas muy queridas y es casi imposible elegir una. Pero mojándonos un poco, quizá nos quedaríamos con la del buceo entre las placas tectónicas de Islandia. Por la dificultad, las sensaciones, la estética… Fue un momento mágico.
“GROENLANDIA ES EL PAÍS MÁS FOTOGÉNICO”
-En vuestro libro recorréis prácticamente todo el planeta de punta a punta, pero echo en falta países muy extensos y ricos fotográficamente como China, Rusia, India… ¿A qué se debe? ¿Es una cuestión premeditada? ¿Por falta de espacio?
Hemos estado en países como India o China, pero por el tipo de trabajos que hicimos en ellos —más enfocados a fotografiar ciudades y culturas— no nos encajaba con la temática paisajista y de naturaleza extrema de este libro. Pero seguro que las incluimos en el siguiente libro en el que estamos trabajando.
-Si tuvierais que elegir un país de todos los que conocéis por su fotogenia, ¿cuál sería y por qué?
Creo que ambos estaremos de acuerdo en Groenlandia, por sus paisajes de hielo, sus pueblos de casitas de colores y la increíble cultura y fotogenia de los inuit, el pueblo autóctono. También somos muy aficionados a Estados Unidos, de donde acabamos de llegar por cierto. Es un país que tiene todo tipo de paisajes, desde desiertos áridos, entornos volcánicos, playas de ensueño o bosques lluviosos. Allí tienes para todos los gustos.
-¿Qué equipo soléis llevar en vuestros viajes?
Solemos viajar con dos cuerpos de cámara cada uno, y luego varias ópticas que cubren todo el rango desde teleobjetivo hasta angular. Intentamos no cargar muchísimo, porque en ocasiones tenemos que andar kilómetros, subir a cimas o acceder a lugares remotos, a los que mejor viajar con equipo ligero. También solemos llevar una carcasa submarina.
-¿Cuánto tiempo necesitáis para poder sacarle el jugo fotográfico a un destino?
Depende mucho del destino y de las cosas que vayas a fotografiar en él. No es lo mismo viajar a un Parque Nacional en España, por ejemplo, que a uno en Estados Unidos, donde el territorio del parque puede llegar a ser inabarcable; como el Valle de la Muerte, por ejemplo, que tiene más de 13.000 metros cuadrados. Así, a ojo te diría que nunca hemos destinado menos de una semana a trabajar en un lugar.
-¿Cuál es la foto que más tiempo de preparación os ha llevado?
Como producción sin duda las fotos de la Antártida, solo llegar hasta allí costó cuatro días de viaje entre aviones y barco, y conseguir el viaje fue una escalada de varios años. Pero una vez allí sólo es disparar. Las más difíciles son las nocturnas y más aún las nocturnas con frío, las Auroras Boreales. Todo tiene que estar bien atado antes de coger la mochila, cada detalle pensado y decidido de antemano. Hay poco margen para la improvisación en esas circunstancias, incluso tenemos marcas en los objetivos para no cometer errores al enfocar. Esto es trabajo realizado de antemano, por no hablar de la planificación y localización. Todo se estudia, desde el estado y hora de salida de la luna, hasta la posición de la Vía Láctea en función del tiempo.
-¿Hay algún país que esté fuera del libro porque siempre hace buen tiempo, la luz es estupenda, los paisajes de ensueño…?
Hay lugares en los que casi siempre hace bueno, y eso no quita que puedas viajar a ellos para hacer fotografía nocturna (de estrellas) o fotografía submarina, como por ejemplo en las islas del Índico (Seychelles, Mauricio,…). No obstante el clima siempre puede sorprenderte, como nos sucedió en Polinesia Francesa, donde llegamos esperando sol y acabamos sufriendo un par de tormentas bíblicas. Ésta es una de las anécdotas, de hecho, que contamos en el libro.
-Por último, un consejo que daríais a tantos y tantos viajeros aficionados a la fotografía.
No parar de mirar fotos de la gente, no parar de inspirarse y de crear una amplia biblioteca visual en nuestro cerebro. No dejar de hacer fotos y por supuesto no dejar de soñar nunca, es la forma de conseguir las cosas que a priori parecen imposibles.