LA GOMERA, EL FÓSIL VIVIENTE DEL MUNDO PERDIDO
PORTADA | La Gomera es una pizca de tierra en medio del océano Atlántico que convive con la paradoja de ser muy accesible (a solo 50 minutos en barco desde Tenerife) y, al mismo tiempo, de estar intacta como hace varios millones de años. Un fósil viviente de los bosques subtropicales que por entonces poblaban Europa y el norte de África.
Sí, el Parque Nacional de Garajonay tiene bosques de laurisilva del período Terciario que le han valido ser Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1986. Recorrer sus senderos en el Cedro, con sus tiles de 35 metros de altura, es sumergirte en una maraña verde en la que difícilmente se cuela un rayo de sol. Una vegetación diferente a la que encontramos en la Laguna Grande, más soleada y colorida.
Aunque Garajonay cubre el 11% de la superficie de La Gomera, también hay espacio para pueblos como Hermigua, Agulo, Playa Santiago o Valle Gran Rey. Siempre sin olvidarnos de su capital, San Sebastián, de donde partió Colón en 1492 en su viaje hacia América.
La más quebrada de las islas Canarias es un círculo de origen volcánico casi perfecto lleno de barrancos que te obligan a recorrerla por serpenteantes carreteras repletas de balcones con vistas, aunque ninguno como el Mirador de Abrante, con el Teide al fondo. Tan cerca, y lejos de sus aglomeraciones turísticas.
Y ALLÁ EN SU FRENTE…EL TEIDE | MIRADOR DE ABRANTE. El Mirador de Abrante es una plataforma de cristal que sobresale sobre un acantilado. A tus pies verás, allá abajo, el pueblo de Agulo y en frente el Teide.
JARDINES DE PLÁTANOS | HERMIGUA. Este pueblo y su valle están rodeados de plantaciones de plátanos muy cerca de dos grandes roques gemelos capricho de la naturaleza: Pedro y Petra.
LA LAGUNA GRANDE | P.N. GARAJONAY. Aunque La Gomera es la isla de la eterna primavera, visitarla en esta época te permite encontrar estos colores.