EL SECRETO DE PEÑÍSCOLA NO ES SU CASTILLO
ESCAPADA | La belleza de un pueblo, a veces, eclipsa el resto de sus atractivos. Y eso es lo que le pasa a Peñíscola, el pueblo costero más fotogénico de la Comunidad Valenciana. Vamos a descubrir uno de sus secretos mejor guardados: 15 km de costa virgen. Recorremos la Serra d’Irta.
Hay lugares donde el Mediterráneo se muestra igual que hace siglos. Donde un pino solitario se tambalea por la brisa frente a los azules del mar. Donde una torre vigía del siglo XVI se alza como testigo de los que llegan y los que se van. Donde las calas solo conocen el paseo marítimo forjado a base de olas. Y ese paraíso no hace falta buscarlo en otras latitudes lejanas sino en la provincia de Castellón.
Aún queda costa virgen en la Comunidad Valenciana, aunque cueste de creer. Al sur de uno de los pueblos más encantadores de la costa, Peñíscola, nace una sierra que a lo largo de 15 kilómetros nos muestra el Mediterráneo tal y como era. El Parque Natural de la Serra d’Irta discurre entre los términos municipales de Peñíscola, Alcossebre y Santa Magdalena de Pulpis, entre abruptos acantilados con árboles en sus paredes que desafían a la gravedad, playas y pequeñas calas.
Un buen punto para contemplar la costa es la torre Badum. Un torreón de 11 metros de altura de origen árabe (1564) que está situado junto a un acantilado. Desde allí se pueden observar, al norte, los precipicios con el castillo de Peñíscola al fondo. Y, en su parte meridional, como el mar se adentra en la tierra formando salvajes playas. La cala Mundina en el extremo sur del parque, la playa del Serradal con un cordón de cantos rodados, la playa de la Petxina tapizada de conchas, la del Pebret o la de Irta, son algunas de las que encontrarás.
Y si en la fachada litoral es una joya natural, no debemos perdernos el poco patrimonio arquitectónico que tiene en su interior, como el castillo de Xivert o el castillo de Pulpis. Los dos son de origen árabe y acabaron en manos de la Orden de los Templarios.
Hay pocos sitios en los que volver años después y que solo hayas cambiado tú. Así es la Serra d’Irta, probablemente uno de los secretos mejor guardados de Peñíscola.
MUY CERCA DE ALLÍ…. EL CASTILLO DE PEÑÍSCOLA
Hay castillos y después está el castillo del Papa Luna de Peñíscola. Y no porque corone un pueblo de intrincadas callejuelas donde no tienes miedo a perderte. Es que lo hace en la cima de una península prácticamente rodeada de agua salada. Pero su ubicación no es su único valor distintivo.
El castillo de Peñíscola fue obra de los Caballeros Templarios y acabado por los Montesianos en el siglo XIV, aunque posteriormente fuera modificado por el Papa Luna. Hoy en día, sus dependencias están en perfectas condiciones, así que no hace falta que le pongas mucha imaginación para comprender como era el castillo en su época más esplendorosa.
Destacan sobre el resto de dependencias el salón del cónclave que te conduce hasta las antiguas mazmorras de la fortaleza y el salón gótico al que se accede desde el patio de armas. Pero nada para acabar su recorrido que subir hasta sus almenas, un balcón al mar de Castellón.